Ella y él danzando en la nada con olor a azulejos, creen pensar que sueñan en protectores. Él la sigue con resignación, sin desmedro, de su encanto destellante. Ella sigue creyendo que es una más de la multitud, tanto así que no daba cuenta de sus ridículos choques de rodilla.
Hacinamiento de luces, sobre-lagrimeo de dedos... todos por ellos, ellos que deambulan con tan indeseable objetivo. Alguna vez ellos quisieron ser protectores, esos que crees que son tu salvación pero recién en el punto final visualizas la verdad, esa verdad que sospechabas desde el instante que estrechaste tus manos con ellos.
No funcionó ese aleteo rápido y conciso, más bien fue un traspié después de otro. Yo quise y desee mil veces que no fuera cierto, que no fuera real. Uno quiere, pero a veces necesita que necesite. Ellos no fueron la excepción, por consiguiente mi pensamiento de este.
Él tan afable, la primera impresión fue de alguien ascético. No quiero describir más su singularidad cautivadora si no me veré en la misma situación de nuevo. Caí varias veces, mis estados cambian sin control alguno por él.
Si no fuera por esa golondrina atolondrada que siempre lo acompañaba, y lo repito: si no fuera por ella. Él de todas formas la necesitaba o ella a él, llenos de vacío en sus cielos estaría sin esta líder austera.
Igual me tomó tiempo y gran paciencia entender que tenía que ser así. Entender que no había protección, si no una necesidad de "quien sabrá".
Me muevo de lado a lado, cambiante, encima de lo "reliviesco-prominente" sólo por ti maldito estío.
Sin embargo, por ti Renazco, un tanto, volátil y amorfa; me Desplazo y a veces te opaco; me apenas y quiero Esparcirme; Quiero, pero no lo consigo; Tropiezo con extrañas corrientes frías, vuelvo a cambiar; ahora Caigo en separadas gotas; y a mi cuna turbulenta Vuelvo, para un trayecto sin fin.